Cómo aprovechar las malas manos a tu favor en la mesa de poker

Una combinación bastante mejorable.

Matthew Pitt sabe cómo actuar cuando le llega una mala racha de cartas. Y comparte contigo sus mejores trucos al respecto.

Te sorprendería ver la cantidad de información que puedes recabar del resto de jugadores cuando no tienes que centrarte en tus propias cartas

Cuando no dejan de salirte parejas de ases, reyes y reinas, el poker puede resultar uno de los juegos más sencillos del mundo. Ojalá fueran las únicas manos que nos salieran, ¿verdad? Lo malo es que el poker no funciona así, y muchas veces tendrás que resistir periodos de tiempo prolongados durante los que tus malas manos te obligan a tirarte, volver a tirarte y tirarte una vez más.

En nuestra carrera como jugadores de poker todos nos hemos encontrado con rachas durante las que solo recibíamos cartas malas. Estas malas rachas suelen aparecer en el momento menos propicio, como por ejemplo durante las fases más avanzadas de un torneo, o cuando el jugador más débil no deja de meter fichas en el bote con manos inútiles, o al menos así lo parece.

Durante estas malas rachas, lo fácil es frustrarse, aburrirse y ponerse nervioso, por tener que tirarnos en una tensa espera, ya que pensamos que nos tocaría recibir buenas manos. Sin embargo, todo tiene su lado bueno y su lado malo. Podemos utilizar estos periodos de inactividad para lograr cierta ventaja, y aprovechar el hecho de no estar directamente implicado en estas manos.

Aprovecha el tiempo para observar a tus oponentes

Cuando participas activamente en las manos, puede resultar complicado tener el control de todo lo que ocurre a tu alrededor. Te concentras principalmente en ganar el bote. Cuando las cartas no están de tu lado puedes olvidarte de cuál es la mejor forma de robar fichas a tu contrario, lo que te da el tiempo suficiente para dedicar tu atención a otras cuestiones, como por ejemplo observar a tus contrarios y quizás tomar ciertas notas.

En lugar de sentarte y juguetear con las fichas mientras esperas hasta que te llegue la próxima mano con la que puedes jugar, ¿por qué no aprovechas estos tiempos muertos para centrarte en cómo actúan tus oponentes, las manos que muestran cuando llega la hora de enseñar las cartas y otras cuestiones similares? Te sorprendería ver la cantidad de información que puedes recabar del resto de jugadores cuando no tienes que centrarte en tus propias cartas.

¿Estás jugando con demasiado cuidado?

Existe una raza de jugadores para los que no existen las malas rachas. ¿A que no te imaginas a Phil Ivey dejando pasar más de dos manos sin participar en la acción? El motivo por el que para este tipo de jugadores no existen las rachas malas es porque tienen el listón de cartas jugables muy bajo. No estoy diciendo que debas jugar el 85% de tus manos y hacerte pasar por el legendario Ivey, pero sí que podrías barajar la posibilidad de ampliar la variedad de manos que juegas cuando estás en una mala racha. Vuelvo a repetir que no quiero decir que haya que volverse loco, porque 7-2 es una mano patética seas quien seas y juegues donde juegues, pero podrías barajar la posibilidad de jugar con cartas de conexión separadas por una sola carta o por dos, para así tener más manos iniciales en tu arsenal.

Utiliza a tu favor tu imagen de jugador controlado

El último consejo de este artículo, y definitivamente no por ello el menos importante, es que puedes utilizar tu halo de jugador frío para crearte una imagen de jugador controlado. La belleza del Texas Hold'em radica en que tus contrarios solo ven tus cartas si hay que enseñarlas al final de la mano. Esto significa que puedes farolear hasta que tu corazón lo aguante, incluso durante una mala racha de cartas. Tus oponentes no saben que has estado tirando manos malas durante las últimas 15 rondas, quizás piensan que eres un jugador que solo juega las manos más potentes. Una inusual subida de apertura o resubida seguramente termine con una o dos victorias sin oposición, logrando así botes que te ayudarán a mantenerte con vida hasta que vuelvan a entrarte buenas manos.